Tina Barriuso, periodista
Me he dado cuenta de que soy una de las pocas mujeres que presume de ser "madura", quiero decir, definirme a mí misma como una mujer madura. El viejo sueño de la "eterna juventud" nos tiene comido el coco, competimos en una carrera alocada hacia la "no edad". A mí, como a todos, me encanta estar guapa y seducir, soy de las que piensa que hay muchas formas de hacer las cosas (lo de seducir también).
El sábado por la noche estuve en la no-celebración, de un no-cumpleaños de un no-viejo amigo, me gasté una pasta gansa en el regalo y vive Dios que lo sentí muchísimo, porque no sé muy bien qué es lo que se celebraba. Si alguien preguntaba: "Paco, ¿cuántos años cumples?". Mi amigo respondía: "¡No, por favor, no me lo recuerdes!". "Pero chico si a ti no se te notan los años...". Paco sonreía agradecido.
La batalla de las mujeres
Me puse a reflexionar: ¿Por qué quiero yo a la gente?, ¿por su aspecto juvenil?, ¿por no tener arrugas?, ¿por poseer la talla ideal? O los quiero por ser amables, inteligentes, generosos, alegres, sinceros... No crean, podría seguir con los adjetivos, los hay para todos los gustos, ya que antes de que la estética fuera de laboratorio había gustos diferentes. Mi abuela decía aquello de "para gustos están los colores" y yo espero que, pese al marketing, siga siendo igual.
Con el paso de los años tengo la impresión de haber tomado las riendas de mi vida, ¿quiere eso decir que antes anduve desbocada? Sinceramente no, pero durante muchos años la vida se nos da marcada por las circunstancias, y no me refiero sólo a la vida adulta. En la infancia y la juventud es determinante para nuestra historia el estar rodeados de cariño, el no padecer nosotros o nuestros padres una enfermedad, y por supuesto la oportunidad de recibir una formación que nos "avale" en el futuro...
Ese futuro en el que las mujeres de mi generación apostamos por trabajar fuera y dentro de casa, intentamos ser buenas madres y esposas, cocineras, enfermeras... y por supuesto competitivas a nivel profesional. No les engaño si les confieso que estoy un poco agotada.
El tiempo no es sólo un tema recurrente de conversación, es una oportunidad que nos da la vida para seleccionar e intentar ser como queremos, aquello de que no podemos cambiar es una milonga, lo mismo que hacernos creer que los hombres y la mujeres somos iguales. Somos distintos, pero obviamente tenemos los mismos derechos.
Publicado en Júbilo.es
---
Página de Pilar Socorro
No hay comentarios:
Publicar un comentario