Se ha muerto. El malvado Carabel, el capitán Veneno, el guardiamarina con "Botón de ancla", el Pícaro, el abuelo, y Balarrasa, y parte de aquella pareja feliz con la que Bardem y Berlanga regatearon a la censura, y Pepe Guindo, y el paciente padre de aquella "Belle époque" y el maestro cascarrabias y humano que enseñaba "La lengua de las mariposas". Y, sobre todo, Don Mendo. Se ha muerto Don Mendo, después de haberse vengado del destino que quería llevárselo antes. Y ha arrastrado consigo "El espíritu de la colmena", volviéndose singular.
Pero nos ha dejado sus obras y su teatro. Y sus películas divertidas o serias, que de todo hizo. Nos ha dejado más de una decena de novelas, que girarán siempre en torno a una: "El Viaje a ninguna parte" de una compañía de cómicos azuzados por el hambre y por el teatro.
El dramaturgo nos deja otra decena de obras, de las que hay que destacar más de una. Un "Lazarillo de Tormes" al que dio la imprompta de un inolvidable ciego tan cascarrabias como él capaz de mandar a la mierda a cualquiera. Y "El Pícaro", ese Lucas Maraña que recorrió un Siglo de Oro sobre el escenario. O "Las bicicletas son para el verano", ese drama provocado por una guerra civil que sorprende y envuelve a unos adolescentes en plenas vacaciones y les obliga a guardar sus bicicletas hasta que lleguen tiempos mejores.
En sus memorias dijo que su tiempo era amarillo como los edificios coloniales de la Lima de los años 20 donde nació hace 86 años, aunque en su partida de nacimiento figure Buenos Aires. Hasta en la elección de sus parejas en la andadura de la vida demostró su sabiduría: María Dolores Pradera fue su primera mujer y la madre de sus hijos. Después, unos intensos años con Analía Gadé y, finalmente, la inteligente Emma Cohen bajó del escenario para alegrar y vigilar las dos últimas décadas de su vida.
Él se ha ido. Nosotros, de momento, permanecemos en el escenario de la última farsa. Porque el espectáculo siempre debe continuar...
Enviado por Emilia
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